Nuestro objetivo para estas Palabras para la Semana es cubrir temas oportunos e importantes desde una perspectiva bíblica, con la profundidad necesaria no solo para conocer la verdad sino para poder permanecer firmes en ella. Entender lo que se llama “la bestia” en Apocalipsis, y cómo intentará gobernar la tierra mediante su poder para controlar la economía mundial—hasta decidir quién puede comprar, vender o comerciar—requerirá un cambio radical de estilo de vida para escapar. ¿Cómo?
Como se nos dice al principio de Apocalipsis, esta visión fue dada al Señor para darla específicamente a Sus siervos. De los niveles de relación con el Señor identificados en la Escritura, este es el tercer nivel de nuestra madurez en Cristo. El primero es llegar a ser un creyente en Jesús y en Su sacrificio de expiación para nuestra redención. A través de esto, nuestra relación con Dios es restaurada, y comenzamos a comprender Su redención también de la tierra sobre la cual Él establecerá Su reino.
El siguiente nivel es llegar a ser un discípulo. Un discípulo hace de la máxima prioridad de su vida llegar a ser como su Maestro, Jesús, y hacer las obras que Él hizo y que aún está haciendo a través de Su pueblo. Debemos ser discípulos para comprender plenamente lo que significa llegar a ser un siervo. Esto requiere que nosotros—y todas nuestras posesiones—verdaderamente lleguemos a ser del Señor. Ya no somos dueños sino administradores de lo que se nos ha confiado.
Como con todas Sus verdades, en nuestro llamado, no es suficiente conocerlas, sino que debemos practicarlas. No pueden ser solo lo que creemos; deben llegar a ser quienes somos. La mentalidad de un siervo es necesaria para entender el libro de Apocalipsis, como entenderemos a medida que avancemos. ¿Cómo se relaciona esto con la venida de la “marca de la bestia”?
En relación con la bestia y su requisito de adorarla y tomar su marca para poder comprar, vender o comerciar, un siervo no necesitará hacer esto, porque tiene otra Fuente. Es requerido que el Amo de los siervos provea para los siervos, y no podríamos tener un mejor Amo ni Proveedor que Jesús. Por supuesto, Dios puede proveer por nosotros mucho mejor de lo que nosotros podemos proveer por nosotros mismos. El conocimiento de Dios que alcanzamos al ser discípulos edificará en nosotros la confianza en Él que necesitamos para rechazar tomar esta marca.
Cuando la “marca de la bestia” sea impuesta al mundo, todo el mundo será probado en cuanto a si adorarán a Dios o a esta bestia. La bestia es también “el hombre de pecado”, o una personificación del pecado del hombre. ¿Queremos seguir el camino de la continua y creciente rebelión del hombre contra Dios o continuar creciendo en nuestra reconciliación con Dios? Este es el valle de decisión hacia el cual todos en la tierra se están acercando.
Esto obviamente separará a los verdaderos cristianos de los que solo aparentan. Separará a aquellos que verdaderamente creen en el Señor de manera que confiarán en Él tanto para su provisión física y diaria como para su vida eterna. De esta manera, la marca de la bestia ayudará a revelar y madurar a algunos de los santos más fuertes que jamás hayan existido. Entonces, el cuerpo de Cristo será verdaderamente la mayor sociedad que el mundo haya visto, y será una “ciudad en un monte” que todos verán.
Como hemos cubierto, es conociendo a Dios, adorándole y confiando en Él que removemos los ídolos de nuestras vidas. Como el dinero se ha convertido en el medio principal de intercambio entre las personas, el dinero se ha convertido en el ídolo principal que las personas aman y en el que confían más que en Dios. La marca de la bestia va a revelar a aquellos que adoran a Dios y a aquellos que realmente adoran al dinero.
Entonces, una pregunta definitiva para nosotros ahora es, ¿cómo empezamos a amar a Dios y confiar en Él más que en cualquier cosa en la tierra, especialmente el dinero? Abraham es nuestro ejemplo para esto. Él estuvo dispuesto a sacrificar lo más precioso en su vida a Dios—su hijo Isaac. Nosotros también debemos estar dispuestos a sacrificar cualquier cosa que se requiera con el fin de obedecer al Señor y servirle por encima de todas las cosas.
El único lugar en la Escritura donde Dios es llamado “Nuestro Proveedor” es en el Monte Moriah, donde Abraham se mostró dispuesto a sacrificar a Isaac (ver Génesis 22:14). Isaac no solo era lo más precioso en su vida, sino que incluso era su llamado y herencia en el Señor para producir una simiente justa en la tierra. Hay una manera en que Abraham llegó a este nivel de fe en Dios que le permitió hacer esto. Es este mismo camino el que nosotros debemos seguir también. Lo cubriremos en la Palabra para la Semana de la próxima semana.
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