Dec 9
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Rick Joyner

       Todas las profecías acerca del fin de esta era señalan que este será el tiempo de las mayores tribulaciones que el mundo haya tenido jamás. ¿Suena alentador? Lo es para los verdaderos discípulos. Los verdaderos discípulos no se animan ni se desaniman por lo que está sucediendo en este mundo. Este es el momento en que brillarán como las estrellas del cielo. Lo que estoy compartiendo en estas próximas dos Palabras para la Semana es cómo podemos atravesar estos tiempos y hacer de ellos nuestros mejores tiempos.

       Hay una respuesta sencilla para esto: ser un mártir cada día. Los mártires son aquellos que demostraron que amaban al Señor y a Su verdad más que a sus propias vidas. ¿Lo amamos a Él y a Su verdad de esta manera? Los tiempos van a revelar a algunos de los más grandes mártires que hayan vivido. Este es el llamado básico de un discípulo del Señor.

       En ocasiones es más difícil vivir para el Señor que morir por Él, pero los discípulos son llamados a morir cada día. Si este es el tipo de tema que no nos gusta, y preferimos hablar de cosas que “nos cosquillean los oídos”, estamos a punto de tener los tiempos más difíciles de todos. Si somos de aquellos que corren hacia el sonido de la batalla, hacia el peligro en vez de alejarnos de él, estamos entrando en nuestra mejor hora. Esta es la mayor oportunidad para probar nuestro amor por el Señor y Su verdad.

       Morir cada día por Él es mucho más que dejar de hacer lo que queremos para ir a una reunión de oración. Eso debería ser algo natural para nosotros. Morir diariamente es vivir buscando Su voluntad en todo, ya no viviendo para nosotros mismos sino para Él. A medida que esto se convierta en nuestro estilo de vida, nos conducirá a la vida más feliz, pacífica y plena que podamos vivir. No hay causa mayor—ni llamado más alto—que servir al Rey de reyes, especialmente en esta época en la que prácticamente todo el mundo está en nuestra contra, y algunas de las mayores amenazas son aquellos que pretenden estar a favor nuestro. Aun así, cualquier cosa que sacrifiquemos ahora para servirle rendirá dividendos por la eternidad.

       Los millones de mártires que entregaron sus vidas por el Señor y Su verdad vivirán para siempre en una gloria inimaginable. Como escribió Juan, esta vida es solo un vapor. No hay mejor manera de vivir esta vida que para Jesucristo y Su verdad, sin importar el precio que paguemos por ello en esta vida. Como hemos visto en el martirio de Charlie Kirk, todo lo que hizo o dijo fue amplificado y multiplicado después de que fue martirizado. Aunque ha muerto a esta vida, su fruto se está multiplicando.

       Quizás la Edad Media fue la época más oscura de la historia humana hasta lo que viene. No había Biblias disponibles para consuelo, ya que se imponía la pena capital solo por ser sorprendido con una, incluso si tú eras un sacerdote. Excepto por reuniones secretas, había pocas oportunidades para oír la verdad de Su Palabra. La gente arriesgaba sus vidas solo para escucharla, y decenas de millones murieron solo por oírla. Charles Spurgeon dijo que podía encontrar diez hombres dispuestos a morir por la Biblia por cada uno que estuviera dispuesto a leerla.

       Recibimos informes de todo el mundo acerca de las multitudes que, hoy, están siendo martirizadas por Él. La persecución es el estado más común del cristianismo, no la comodidad casual que los cristianos en Occidente han disfrutado por tanto tiempo. Sin embargo, a los de la iglesia en Laodicea, donde la gente tenía todo lo que necesitaba y vivía cómodamente, se les dieron las mayores promesas por vencer su espíritu tibio. Su llamado fue “Sé, pues, celoso, y arrepiéntete” (ver Apocalipsis 3:19). Si ahora vivimos en comodidad y facilidad, estas son las cosas más importantes que podemos hacer para unirnos a la compañía de aquellos que son celosos por el Señor.

       Podemos sentirnos mejor con nosotros mismos cuando damos para la ofrenda de misiones, pero todos somos llamados a vivir como misioneros y como mártires, dejando de lado nuestros deseos egoístas para vivir por Él cada día.

       Durante los tiempos más oscuros—y los tiempos más brillantes para el cristianismo—los cristianos fieles obedecieron la exhortación en el libro de Hebreos: Jesús sufrió fuera del campamento, así que salgamos a Él fuera del campamento. Jesús nunca se hizo parte del campamento—del establecimiento religioso—y tampoco lo hicieron Sus primeros seguidores. A lo largo de la historia, aun en lo que se consideraba tiempos brillantes para el cristianismo, esto solo hizo que los tiempos fueran más difíciles para los verdaderamente fieles. Los verdaderamente fieles estaban en mayor peligro cuando los cristianos casuales y las instituciones religiosas prosperaban.

       No debemos engañarnos; como escribió Juan, “el mundo entero está bajo el maligno” (ver 1 Juan 5:19). Esto es en todo lugar—en todo el mundo—y todo el tiempo. Como cristianos, no es sabio bajar jamás la guardia, pero tampoco debemos tenerla tan levantada que nos cerremos a las personas. Esto es arriesgado, pero es necesario para aquellos que siguen a Cristo.

       Como escribió el apóstol Pablo a Timoteo, “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12). No debemos huir de aquello que pudiera causarnos persecución, sino correr hacia ello. Para seguir a nuestro Señor, nunca podemos protegernos hasta el punto de cerrarnos a los demás, aun a aquellos que más pueden hacernos daño. Tomar nuestras cruces es negarnos a vivir en temor, aun al temor a la muerte, y poner nuestra fe en Aquel que ha vencido la muerte, aun cuando eso nos haga los más vulnerables.

 

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