Jul 26
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Rick Joyner

         

Hace unas semanas, discutimos cómo la caída del hombre trajo discordia entre Dios y el hombre y entre el hombre y la creación. Tanto la humanidad como la creación están gimiendo y sufriendo por la reconciliación y la restauración de la armonía, como lo dice Romanos 8:19-23:

Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sometida a vanidad , no de su propia voluntad, sino por causa de Aquel que la sometió, en la esperanza de que la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios .

Pues sabemos que la creación entera gime y sufre hasta ahora dolores de parto. Y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu , aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo.

La destrucción causada por lo que llamamos "catástrofes naturales" es el resultado de los gemidos y dolores de parto de la creación. La "crisis ambiental" que algunos han atribuido al "cambio climático", las Escrituras la atribuyen al pecado y a la maldad de la humanidad. Por supuesto, los abusos de los recursos ambientales y terrestres también podrían atribuirse al pecado del hombre, pero para restaurar la tierra el hombre necesita reconciliarse con Dios, con los demás y con la creación.

Jesús vino a la tierra para redimirnos y también para enseñarnos sobre Su reino venidero y Su autoridad sobre la tierra, que Su esposa compartirá con Él. No vino a enseñarnos cómo vive Dios, sino cómo debemos vivir nosotros, incluyendo cómo podemos ejercer una autoridad justa y recta sobre la tierra. Por eso Jesús se refirió a sí mismo como "el Hijo del hombre" y se le llama "el postrer Adán" (véase 1 Corintios 15:45). Él vino a mostrarnos cómo debemos vivir mientras aprendemos a permanecer en "el postrer Adán". Enseñó a Sus discípulos a caminar en Su autoridad, lo que incluía controlar el clima y calmar las tormentas cuando fuera necesario. 

Caminar en la autoridad del reino no sólo implica aprender los principios de liderazgo del reino, sino también aprender a permanecer en el Rey. Solo en la medida en que permanezcamos en Él tendremos verdadera autoridad espiritual. Permanecer en Él es entrar en completa armonía con Él. A medida que entramos en mayor armonía con Él, la creación entrará en mayor armonía con nosotros.

Como hemos cubierto previamente, Dios es amor, y Su autoridad está fundada en el amor. Cuando sintió compasión por el hombre como oveja sin pastor, Él se convirtió en nuestro Pastor. Cuando sintió compasión por los que vivían en la oscuridad, se convirtió en Su Maestro. Del mismo modo, cuando comencemos a amar la creación, Dios restaurará la autoridad que le dio al hombre sobre Su creación. 

Por supuesto, cuando nuestro amor por la creación, por otras personas o por cualquier otra cosa empieza a eclipsar nuestro amor por Dios, esa armonía empezará a romperse. "Lo principal es mantener lo principal como lo principal", y lo principal que estamos llamados a hacer es amar a Dios. Sin embargo, si lo amamos sobre todas las cosas, amaremos todas las cosas que Él creó y las trataremos con el respeto y el cuidado que debemos, para honrarlo.

Jesús dijo que la forma en que tratamos al más pequeño de los Suyos es como lo tratamos a Él. ¿Cómo cambiaría nuestra relación con los demás si empezáramos a tratar a todos como lo tratamos a Él? El mundo se maravillaría de la forma en que los cristianos se tratan no sólo entre sí, sino también hacia los demás. Entonces se sentirían atraídos por una sociedad que no se parece a ninguna otra.

La iglesia del primer siglo se acercó a esto por un tiempo, pero cuando la iglesia creció, y se le dio más atención a la organización que a ser la familia que fuimos llamados a ser, comenzó a desmoronarse. Nuestra primera vocación es ser una familia, no una organización. Incluso la organización más grande y poderosa no logrará sobrevivir el sacudimiento que ahora ha comenzado, pero la familia de Dios lo hará. Antes del final de esta era, los cristianos serán conocidos por su amor. Más que cualquier otra preparación que podamos hacer para estos tiempos, crecer en nuestro amor por Dios y por los demás es lo más importante. Aquellos que lo hagan conocerán la suprema paz y armonía del reino y ayudarán a preparar el camino para éste. ¿Qué podemos hacer que sea más importante que esto?

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