En los Evangelios existe la historia de un hombre enfermo, cuyos amigos lo llevaron a donde estaba Jesús en una camilla. Ellos no podían acercarse a Él, debido a la multitud, así que se subieron al techo, le hicieron un agujero y lo bajaron frente a Jesús. El Señor fue movido por su fe y sanó a aquel hombre. La lección aquí es que la fe es persistente.
Este es el tipo de fe que mueve a Dios, y nada es más poderoso que Dios siendo movido para ayudarnos. En Hebreos 6:12 se nos dice que "imitemos a los que por la fe y la paciencia heredan las promesas". Los mayores milagros a menudo requieren la mayor fe y la mayor paciencia. La fe y la paciencia van juntas porque la paciencia es una demostración de fe verdadera.
Esto lo vemos demostrado en Abraham, "el padre de la fe", que ya era demasiado anciano para tener hijos cuando Dios lo llamó. Entonces el Señor le hizo esperar veinte años más hasta que se cumpliera la promesa. Se nos dice que Abraham no se debilitó en la fe mientras esperaba, sino que “creyó en esperanza contra esperanza” (ver Romanos 4:18). Hay una línea delgada entre la fe y la presunción, pero una característica de la fe verdadera es que se fortalece con el tiempo, no se debilita. La presunción, por otro lado, a menudo establece un tiempo para un resultado esperado, y cuando no llega dentro de ese tiempo, se desvanece.
El año pasado tuve un encuentro extraordinario con el Señor que duró tres días. Uno de los propósitos de este encuentro era para que yo viera el grado de mi impaciencia, impetuosidad y terquedad. Muchas veces estas cosas me han impedido alcanzar algo que Dios tenía para mí o quería que hiciera. Me sorprendió saber cuántas veces había incumplido los propósitos, oportunidades o asignaciones de Dios para mi vida. Tantas conexiones divinas que necesitaba y milagros que habría visto. Se me dijo además que no se me confiaría con la autoridad que el Señor quería darme hasta que me ocupara de estas tres fortalezas principales.
Cuando me comparaba con los demás pensé que era mejor, incluso con estos defectos, y puede que lo haya sido, pero yo no soy el estándar. El apóstol Pablo escribió que carecemos de entendimiento cuando nos comparamos con los demás (ver 2 Corintios 10:12).
Le pedí al Señor que me ayudara con estos problemas y Él ha sido muy fiel. La disciplina para crecer en paciencia ha sido una lección diaria. Recientemente volé mi avión a Dallas, TX, luego a la Costa del Golfo, luego de regreso a casa y tuve vientos en contra en los tres vuelos. He estado volando aviones durante cincuenta años y solo puedo recordar un vuelo cuando tuve vientos en contra en ambas direcciones, pero nunca en tres vuelos consecutivos. Eso es tan raro para mí que le digo a las personas que viajan en el automóvil conmigo que esperen embotellamientos, construcciones o algo que nos retrase.
Me horroricé cuando me fue revelado cuántas veces perdí la oportunidad de hacer la voluntad del Señor o dejé de alcanzar algo grande de Él debido a mi impaciencia. También se me mostró que en los tiempos en los que estamos entrando, el no permanecer pacientemente en Él, y en este fruto del Espíritu, podría significar la vida o la muerte.
Si ud. también está constantemente acosado por obstáculos y cosas que lo obligan a avanzar con calma, en lugar de maldecir al diablo, quizá sea mejor averiguar quién está realmente detrás de esto y aceptar la disciplina. Recuerde, Él disciplina a los que ama (ver Hebreos 12:6). No desperdicie sus pruebas, especialmente las que desafían su paciencia.
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