Aug 10
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Rick Joyner

         

           Hay algunas personas tan cercanas a mí que si escucho su voz, sé que son ellos incluso si no puedo verlos. Así de bien debiéramos conocer la voz del Señor. Incluso si ahora no podemos verlo con nuestros ojos, reconocemos Su voz instantáneamente porque hemos estado tanto con Él.

           He leído muchos libros sobre cómo conocer la voz del Señor, y pueden tener sabiduría y conocimientos útiles. Sin embargo, ningún libro puede enseñarnos a conocer la voz del Señor porque esto no puede provenir de enseñanzas, sino de la experiencia. 

           Por ejemplo, podría describir con precisión la voz de una persona técnicamente con todas las mediciones científicas posibles, el nivel de decibelios en el que hablan, si son tenor o bajo, etc., pero aún así no podrías distinguir su voz de la de los demás a menos que personalmente la hayas escuchado. Cuanto más estés cerca de ellos y los escuches hablar, más fácilmente podrás distinguir su voz de la de los demás. Así es como llegamos a conocer la voz del Señor.

           El Señor usó el ejemplo de cómo Sus ovejas conocen Su voz porque todas las metáforas que Él usó ayudaron a iluminar Sus enseñanzas. Los pastores en realidad guían a sus ovejas principalmente con su voz. Las ovejas pasan tanto tiempo con su pastor que llegan a conocer su voz mejor que cualquier otra y pueden distinguir fácilmente la voz de él de la de cualquier otra persona.

           Una vez leí el relato de un hombre que visitaba un país del Medio Oriente. Un día se sentó en una colina con vista a un abrevadero al que los pastores llevaban sus rebaños todos los días. Mientras observaba, se alarmó al ver que tres grandes rebaños de ovejas llegaban al abrevadero al mismo tiempo. Este turista estaba seguro de que los rebaños se mezclarían tanto que sería casi imposible separarlos a todos de nuevo, pero los pastores se quedaron juntos cerca hablando como si no les preocupara esto. Después de que se dio de beber a todas las ovejas, los tres pastores empezaron a andar por un camino diferente y comenzaron a cantar. Dijo que parecía una gran convulsión dentro del enorme rebaño, y luego pequeñas filas de ovejas comenzaron a seguir los senderos detrás de cada pastor hasta que todas se separaron en su propio rebaño. Estas ovejas conocían la voz de su propio pastor y podían distinguir la suya de todas las demás. 

           Así es como debemos conocer al Señor como nuestro Pastor y poder distinguir Su voz de todas las demás. Esto solo puede venir estando con Él. Sin embargo, no nos servirá de mucho tratar de conocer Su voz si cuando estamos con Él somos nosotros los que hablamos todo el tiempo. Como se nos dice en Eclesiastés 5:1-2:

Guarda tus pasos cuando vas a la casa de Dios, y acércate a escuchar en vez de ofrecer el sacrificio de los necios, porque éstos no saben que hacen el mal.

No te des prisa en hablar, ni se apresure tu corazón a proferir palabra delante de Dios. Porque Dios está en el cielo y tú en la tierra; por tanto sean pocas tus palabras”. 

            ¿No sería alguien considerado un necio si se le diera una audiencia ante un rey y tratara de hablar todo el tiempo? ¿Cuánto más cuando nos presentamos ante el Rey de reyes? Él nos ha invitado a llevarle nuestras peticiones, pero ¿no deberíamos tener suficiente respeto por Él como para escuchar lo que podría decirnos antes de que empezáramos a hablar?

           ¿Cómo le gustaría que cada oración que hiciera fuera contestada? En 1 Juan 5:14-15 se nos dice cómo hacer esto: “Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”. Entonces, ¿no sería prudente buscar Su mente sobre las cosas por las que oramos para orar de acuerdo con Su voluntad? ¿Cómo conoceremos Su voluntad acerca de ellas si no lo escuchamos a Él?

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