Podríamos maravillarnos de la creación para siempre. Su diversidad en las multitudes de especies de plantas y animales es casi incomprensible. Sin embargo, hay multitudes aún por descubrir. La forma en que todos interactúan con la tierra y entre sí es una fuente de descubrimiento y asombro continuos. Ahora sabemos que los planetas, estrellas y galaxias tienen una interacción con la Tierra a miles de millones de años luz de distancia que era necesaria para comenzar la cadena alimentaria de la Tierra.
Como se nos dice en las Escrituras, todo esto no es más que una “sombra” del reino espiritual, que tiene mucha más sustancia en comparación con el reino físico, ¡así como tu tienes mas sustancia que tu sombra! Si la creación es así de expansiva, llena de continuas maravillas y prodigios, ¿cuánto más el Creador? ¿Quién puede comprender cuán grande es Él?
Como supuso el rey David en el Salmo 8, después de considerar la expansión de los cielos, ¿por qué consideraría al hombre? Pero Él no solo considera al hombre, también nos ha dado el lugar más especial de todos en Su creación, abriéndonos un camino para que nos convirtamos en sus propios hijos e hijas. Esto es demasiado notable para nuestra imaginación humana. Después de que Napoleón había leído el Evangelio de Juan, fue reportado diciendo: “o Jesús era el Hijo de Dios, o el que escribió este Evangelio lo era”. Dijo que conocía a los hombres y que ningún hombre podría haber inventado una historia como esta. Solo Dios pudo haber concebido algo tan maravilloso como el plan que estamos viviendo.
La creación de Dios es tan expansiva que parece que Dios tenía la intención de que nos tomáramos una eternidad para descubrirla y nunca agotar sus maravillas. ¿Cuánto más es esto cierto para conocer a Dios mismo? Sabemos por Juan 1, Colosenses 1 y otras Escrituras, que Jesús es el Creador por y para quien todo esto fue hecho. Aquel que hizo el mundo, vino al mundo y caminó sobre la tierra como un hombre. Hizo esto, aunque sabía que los hombres no lo reconocerían ni les agradaría, sino que, de hecho, lo perseguirían y eventualmente lo ejecutarían. Él vino de todos modos, para reunir a los que lo recibirían, y a ellos les dio el llamado y el poder para convertirse en miembros de su familia.
A medida que comenzamos a percibir el maravilloso plan de Dios para nosotros, el resultado es que nacemos de nuevo en una nueva naturaleza por Su Espíritu. Esto comienza a abrir nuestros ojos espirituales para verlo, para que podamos comprenderlo a Él y Su plan. Esto también nos permite crecer en Él, permanecer en Él y llegar a ser como Él. A medida que crecemos en Su naturaleza, Él nos usará para manifestar Su autoridad y poder. No hay mayor búsqueda o logro que podamos tener como seres humanos que “crecer en todos los aspectos en Aquel que es la cabeza, es decir, Cristo” (Efesios 4:15).
Nuestro llamado final es ser como Cristo y hacer las obras que Él hizo. Se nos dice cómo cumplir esto en el siguiente versículo: “de quien todo el cuerpo (estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen), conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor” (Efesios 4:16).
Todos somos miembros del cuerpo de Cristo, y juntos maduramos y llegamos a ser completos en Él. Debido a que se necesita todo Su cuerpo para manifestarlo completamente, nadie puede cumplir su llamado sin el resto de Su cuerpo. Es por eso que el apóstol Pablo no escribió que él tenía la mente de Cristo, sino que nosotros tenemos la mente de Cristo (ver 1 Corintios 2:16). Ninguna persona puede contener la mente de nuestro Creador. Es necesario que todos nos unamos con ese aspecto de Él que se nos ha dado.
En Efesios 4:16 se nos dice que Su cuerpo es edificado por lo que “las coyunturas proveen”. Una coyuntura no es una parte, pero es donde se unen dos partes. Por esta razón, un mandato principal es que los creyentes encuentren su lugar en el cuerpo y funcionen allí con los dones y ministerios que se nos han dado. Como dice el texto de Efesios, se necesita el “funcionamiento adecuado de cada miembro” para que crezcamos juntos en Él como hemos sido llamados.
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