Sep 14
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Rick Joyner

       

     Elizabeth Browning dijo una vez: “La tierra está repleta del cielo, y cada arbusto está en llamas con el fuego de Dios, pero solo aquellos que ven se quitan los zapatos. El resto sólo recoge los frutos". A medida que comenzamos a madurar en Cristo, comenzamos a verlo en todas las cosas. Lo vemos en la creación porque “todas las cosas han sido creadas por Él y para Él. Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten” (Colosenses 1:16-17). Como escribió el apóstol Pablo en Romanos 1:20: "Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado".

     Podemos ver a Dios en las cosas que hizo, pero aún más básico que esto, es verlo en su pueblo. Jesús dijo en Mateo 23:39: “Porque les digo que de ahora en adelante no me verán hasta que digan: 'Bendito el que viene en el nombre del Señor'”. Como Él dice, no lo veremos hasta que lo veamos en aquellos que Él nos envía. Obviamente, debemos hacer esto antes de que podamos verlo a Él en la creación o de cualquier otra manera.

     2 Corintios 3:18 dice: "Pero nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen". Somos cambiados al ver Su gloria, así que para madurar y crecer en Él es primordial verlo en Su gloria. La principal forma en que lo vemos es buscándolo. 

     Si alguna vez has estado en un evento deportivo con el que no estás familiarizado, el juego puede parecer un caos hasta que alguien te explica qué buscar y cómo se juega: puntuación, reglas, sanciones, etc. Entonces comenzarás a ver cosas que no notabas antes y el juego se volverá más claro. Asimismo, para ver a Cristo necesitamos saber qué buscar. Cuanto más lo conozcamos en las Escrituras, más lo veremos en los demás, en la creación y, lo que es más importante, en la forma en que Él se manifiesta a nosotros. 

     Las personas tienden a ver lo que buscan o en lo que se enfocan. Elizabeth Browning puede ver mejor al Señor en un arbusto que yo, y quiero mejorar en eso, pero nuestra prioridad debe ser verlo en Su pueblo, porque Él dijo que no lo veríamos hasta que lo veamos en los que nos envía.

     He tenido dos personas que se han convertido en instrumentos claves en mi vida, que no me agradaban al principio y a las que no quería acercarme. Sin embargo, se convirtieron en mis mejores amigos y mentores cuando era un joven cristiano. Desde entonces, algunos que no me atraían tuvieron un impacto significativo en mi vida. Ahora entiendo que el Señor ha estado usando esto para derribar mi orgullo y mis prejuicios. Nuestros prejuicios, o incluso nuestras fuertes preferencias, pueden ser un obstáculo para que lo veamos a Él.

     Dado que los dos hombres en el camino a Emaús no vieron a Jesús hasta que lo vieron partiendo el pan, trato de estar especialmente interesado por verlo en aquellos que proporcionan alimento espiritual a Su pueblo. Así como el Señor hizo algunas de Sus obras más grandes ante algunos de los grupos más pequeños, también debemos considerar nuestras reuniones más pequeñas como los lugares donde a Él le gusta hacer Sus obras más grandes. 

     Por supuesto, dado que “Dios es amor”, la forma más básica en que podemos reconocerlo es en aquellos que manifiestan Su amor. Él incluso dijo que sus discípulos serían conocidos por Su amor. Hace años, me preocupé cuando nuestro ministerio se hizo conocido en todo el mundo por muchas cosas, pero el amor no era una de ellas. Le expliqué esto a nuestra congregación local y comenzamos a orar y pedirle ayuda al Señor. Aunque todavía nos queda mucho camino por recorrer en esto, Él nos ha ayudado, y ahora uno de los principales comentarios que recibimos de quienes nos visitan es cómo sienten tanto amor. Ahora nuestro objetivo es que los visitantes no hablen de nosotros, ni siquiera de nuestro amor, sino del Señor porque lo encuentran cuando están con nosotros.  

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