Mar 29
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Rick Joyner

       La decisión más importante que podemos tomar para afectar nuestro futuro es "buscar primero Su reino y Su justicia" (ver Mateo 6:33). La promesa a los que hacen esto declara que todo les será añadido. Nada puede impactar tanto nuestras vidas para bien como seguir buscando primero al Señor y Su reino y hacer de esto el factor principal detrás de cada decisión que tomamos.

        Se nos dice en Proverbios 28:1: "Pero el justo está confiado (valiente) como un león." La valentía es también una de las características que más se necesitan en estos tiempos, y la valentía es el fundamento de la confianza. Nada puede infundirnos más valor que saber que estamos bien con el Señor, que es la justicia.

       Cuando los apóstoles fueron amenazados por sus líderes nacionales para que no siguieran predicando a Jesús, su respuesta fue orar por valentía (ver Hechos 4:29-31). Como el cristianismo está bajo una creciente amenaza hoy en día, debemos hacer lo mismo. La valentía está ahora casi extinguida en la iglesia, pero debería ser un factor primordial detrás de todo lo que hacemos, y por lo que somos conocidos.

        La actual timidez en los cristianos revela cuánto nos hemos alejado del Señor. Como se nos dice en 2 Timoteo 1:7: "Porque Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, amor y dominio propio." Los justos no son tímidos, sino "confiados como un león." La timidez actual es el resultado de lo lejos que hemos caído de la justicia, o de lo engañados que estamos por el espíritu de este mundo.

       Algunos han confundido la valentía con la presunción o la arrogancia. Puede haber una delgada línea entre la presunción y la fe que resulta en la valentía. Sin embargo, la fe más grande se encuentra en la línea delgada entre la fe y la presunción. Recordando que "Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes" (ver 1 Pedro 5:5), no queremos cruzar esta línea. Entonces, ¿cómo podemos caminar con mayor fe y valentía sin caer en el orgullo y la presunción? El Señor, en su infinita sabiduría, nos ha proporcionado una manera de hacerlo.

       En todas las cosas debemos buscar la sabiduría. La sabiduría es tener el conocimiento para tomar decisiones correctas. Como se nos dice en Proverbios 9:10: "El temor del Señor es el principio de la sabiduría." Mientras tengamos en cuenta a Quién representamos y vivamos nuestras vidas ante Él y no ante los hombres, nos mantendremos en el equilibrio adecuado y evitaremos caer en la presunción.

       El temor del Señor es el principio de la sabiduría, pero no es la sabiduría más elevada. La sabiduría más elevada es el amor, a Dios en primer lugar, pero también a los demás. Sin embargo, sin este fundamento del temor del Señor, lo que construyamos será débil o distorsionado, lo que incluso el amor puede ser. La sabiduría comienza con el conocimiento de que Él es el Dios Todopoderoso, y la valentía y el coraje significa estar de pie por Él y Su verdad. Somos valerosos en el Señor, por lo que Él es, no por lo que nosotros somos.

       Ya que el fundamento es algo sobre lo que caminamos todos los días, cuán cerca estamos de Él y crecemos en amor por Él, nuestro respeto fundacional por quién es Él -Dios Todopoderoso- nunca debe abandonarnos. Ya mencionamos antes cómo Juan era íntimo con el Señor, mientras que Judas era familiar con Él. Décadas más tarde, cuando Juan tuvo la revelación del Apocalipsis, él que había sido tan íntimo con Jesús que apoyó su cabeza en Su pecho, cayó como muerto cuando lo vio en esta visión. La verdadera intimidad no genera menosprecio, sino respeto. Juan, el apóstol que vivió más tiempo, y el que había estado más cerca de Jesús, nunca perdió el temor al Señor, y nosotros tampoco debemos perderlo.

        Las mayores oportunidades para crecer en la fe vienen con los mayores desafíos a nuestra fe, y las opciones más desafiantes. En los tiempos de mayor oscuridad que ha habido en la tierra, tendremos la oportunidad de caminar en la más grande fe. Si nos mantenemos en la "senda de los justos," tendremos una luz siempre creciente para ver a través de la oscuridad y seremos aún más determinados y valerosos con nuestras decisiones.

        Ya que la luz creciente nos hará ver la Luz, Jesús, más claramente, nuestra devoción crecerá hasta que queramos que Él obtenga todo el reconocimiento y la gloria. Lo que Pedro hizo brillantemente fue aprovechar las grandes demostraciones del Espíritu, como en el día de Pentecostés y por medio de grandes milagros, para predicar el evangelio de Jesucristo. Pedro se apresuró a decir que estas cosas no fueron hechas por su propia justicia o mérito, sino por Jesús. El apóstol Pablo hizo lo mismo. 

       Está escrito, el Señor llenará Su templo con Su gloria al final de esta era, y Su gloria aparecerá sobre Su pueblo. No olvidemos nunca que todo lo que aparece sobre o a través de nosotros es Su gloria. El evangelio del reino que debemos predicar al final de los tiempos es la Buena Nueva de quién es nuestro Rey. No es el evangelio de la iglesia o de nosotros; se trata de Jesús. No seamos como el burro que pensó que toda la gente lo alababa mientras caminaba hacia Jerusalén, sin conocer a Aquel que estaba sentado sobre él.

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