Lo primero que Dios dijo sobre Su creación que "no era bueno" (ver Génesis 2:18) fue que el hombre estuviera solo. La soledad no es buena, y no es el estado normal para nadie. No fuimos creados para navegar esta vida solos. Podemos aprender a soportarla, e incluso preferirla, pero nunca podremos alcanzar el nivel más alto para el que fuimos creados independientemente de los demás.
Sin embargo, tampoco podemos alcanzar el nivel más alto de madurez: interdependencia, sin pasar por la etapa de aprendizaje de la independencia. Al igual que los jugadores de un equipo no pueden relacionarse o ser miembros útiles del mismo hasta que no sepan qué papel desempeñan, nosotros debemos llegar a comprender quiénes somos antes de poder relacionarnos correctamente con los demás. Debemos abrazar y aprender todo lo que podamos en la etapa de independencia, más no dejar que ésta se convierta en nuestro objetivo final.
También debemos distinguir entre codependencia e interdependencia. Pueden parecer similares, pero no podrían ser más diferentes. La codependencia es la suprema inmadurez; la interdependencia es la suprema madurez. Además, la codependencia es una forma de impotencia, la interdependencia es la máxima libertad que nace de la sana decisividad de saber quiénes somos y hacia dónde vamos. Esto también nos permite relacionarnos fuertemente con otros que también son fuertes en saber quiénes son.
Quizá ninguna otra nación en la historia comenzó o creció con el nivel de independencia experimentado por los Estados Unidos. Esta independencia maduró hasta convertirse en una nación de notable interdependencia, a medida que los diferentes estados, industrias y culturas aprendían a relacionarse entre sí de forma saludable y productiva. Con la humanidad caída, esto nunca será perfecto ni estará exento de conflictos, pero fue excepcional en comparación, quizás, con cualquier civilización del pasado.
Tras la crisis económica que condujo a la Gran Depresión, Estados Unidos cambió de rumbo y comenzó un retroceso histórico hacia la codependencia al gobierno. El gobierno prometió hacer la vida mucho más fácil para todos, y en cierto modo lo hizo, pero a un coste terrible: la libertad personal que se requiere para lograr la mayor experiencia humana.
El grado de dependencia al gobierno creció con cada nueva crisis, porque este fue el curso que nuestra nación había elegido. Esta creciente dependencia se ve alimentada por los planes de estudio, diseñados para condicionar a los estudiantes a la conformidad y la dependencia, mientras se penaliza la creatividad y la independencia en el pensamiento o la acción. Como los sabios advirtieron continuamente, con cada paso atrás hacia la codependencia, se produciría la correspondiente pérdida de libertad y, en última instancia, de nuestro potencial.
Este retroceso nacional es ahora casi completo, ya que nuestros ciudadanos son tratados como niños que deben ser micro gestionados en casi todo. Aquellos condicionados a ser codependientes del gobierno han perdido, en su mayor parte, su fe en Dios y en sí mismos, ya que nuestro gobierno se ha convertido en su dios, en su máximo proveedor y en su confianza.
Hay verdad en el dicho: "Si no cambias de dirección, terminarás adonde te diriges". Adonde nos dirigimos es hacia el control totalitario y la dependencia total de una población al gobierno. Si cambiamos nuestra dirección como nación o terminamos a dónde nos dirigimos, probablemente se decidirá pronto. Ahora estamos colgando cerca del precipicio. Sin embargo, no tenemos que seguir este camino personalmente.
La profecía bíblica tiene mucho que decir sobre el fin de esta era de dominación mundial, casi total, por un solo poder globalista. El único poder globalista en la profecía bíblica antes de la llegada del reino de Dios es malvado y está bajo la autoridad directa del mismo diablo. Este gobierno malvado se presentará primero como el supremo liderazgo benévolo con la sabiduría para salvar a la humanidad de su propia destrucción. Sin embargo, su verdadera naturaleza será el control más cruel y retorcido, sobre todo por una pequeña élite que es específicamente anticristo y anticristiana.
Este gobierno malvado tratará de hacer creer al mundo que "la resistencia es inútil", pero no lo es. La resistencia, de incluso unos pocos, ayudará a llevar al mundo a un nuevo y brillante día, y al más alto nivel de logro humano: la verdadera interdependencia con nuestro Creador y los unos con los otros. Y no sólo de la humanidad, sino de toda la creación. El león y el lobo reposarán con el cordero. Los niños jugarán con las cobras y nadie volverá a hacer daño a nadie. Será el estado definitivo de verdadera interdependencia.
Nunca debemos perder la esperanza. Debemos convertir nuestra esperanza en fe, y nuestra fe en acción decisiva. Hablando del tiempo de este anticristo, "abominación de la desolación", en Daniel 11:32, se nos dice: "Con halagos corromperá a los que obran inicuamente hacia el pacto, pero el pueblo que conoce a su Dios se mostrará fuerte y actuará.". Aquellos que conocen a su Dios no serán pasivos, sino que mostrarán fuerza y actuarán, incluyendo acciones desafiantes como la que Daniel y sus amigos mostraron ante la suprema autoridad totalitaria de su tiempo. La verdadera fe hace que las personas sean fuertes, decididas y orientadas a la acción. La verdadera fe está en Aquel con Quien todo es posible.
Este nuevo mundo para el cual estamos preparando el camino aquí: el reino de Dios, no sólo es posible, sino también inevitable. Es la palabra segura de la profecía de nuestro Dios que no puede mentir. Este año analizaremos algunas cosas que nos ayudarán a ver más claramente hacia dónde vamos, y si es necesario, a cambiar nuestra trayectoria. Para ello, debemos alinearnos con Aquel que vendrá pronto para liberar al mundo entero y convertirlo en aquello para lo que fue creado.
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