May 17
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Rick Joyner

               Tal vez la declaración más poderosa que Jesús hizo para llevar una vida victoriosa está en Mateo 11:28-30:

            "Venid a Mí todos los que estáis cansados y cargados, y Yo os haré descansar. Llevad Mi yugo y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga es ligera".

                 Una de las mayores fuentes de estrés en la vida proviene de tratar de exaltarnos a los ojos de los demás, y de la ansiedad que se deriva de tratar de mantener esa persona. Sin embargo, cuando rechazamos este aspecto de nuestra naturaleza caída y en lugar de ello decidimos humillarnos, nos liberamos de esa gran fuente de ansiedad para encontrar una paz que nos lleva al gozo.

        Cuando experimentamos la notable satisfacción de no tener que competir por la atención, no sólo buscamos exaltar al Señor y edificar a Su pueblo. También buscamos la forma más elevada de liderazgo, que es ser un servidor de todos mientras seguimos el camino de nuestro Salvador. Entonces encontraremos un descanso para nuestras almas que rara vez se experimenta en esta vida, que conduce a la vida abundante.

        Cuando asumimos el yugo del temor al hombre o de las expectativas humanas, nos cargamos de estrés y ansiedad. Esto nos roba nuestro verdadero potencial en la vida, el potencial de trabajar con el Señor para lo que Él está construyendo: lo eterno. Esta no es la gratificación temporal e inconstante que viene de la aprobación del hombre. Cuando sabemos que tenemos la aprobación de Dios, no importa lo que piensen los demás. Esta es la paz, el descanso y la libertad suprema que resulta en que otros reconozcan el reino en nosotros.

        Otra forma poderosa y vivificante que el Señor nos proporciona para humillarnos se explica en Deuteronomio 8:2-3:

        “Y te acordarás de todo el camino por donde el Señor tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probándote, a fin de saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no Sus mandamientos. Él te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que tú no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no solo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del Señor”.

        ¿Cómo nos humilla recoger maná fresco cada día? Jesús dijo que Él era el maná que bajó del cielo. Él es el pan diario provisto de lo Alto. Así como Israel tenía que recoger este pan primero cada día y comerlo para su sustento, nosotros debemos buscar a Jesús primero cada día. Buscarlo primero es reconocer que no podemos pasar el día sin Él. Esa es la humildad a la que Él da la gracia.

        En este texto, el Señor dijo que dio a Israel el maná para humillarlos y probarlos, para ver si entendían que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca del Señor. La palabra "procede" está en tiempo presente. No sólo vivimos de las palabras que procedieron de Él (tiempo pasado) sino también de la palabra viva diaria que procede de Él (tiempo presente).

        En Deuteronomio 8:2, el Señor dijo que les dio maná para humillarlos y probarlos para ver si guardarían o no Sus caminos. ¿Cómo el recoger el maná primero cada día determina si guardaremos o no Sus caminos? Si lo consideramos primero y lo buscamos primero, es evidente que Él es lo primero en nuestras vidas. Si nos encontramos con Él primero cada día, seremos iluminados y capacitados para caminar en Sus caminos cada día: "Si escucháis hoy Su voz" (ver Hebreos 3:7).

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