Con cada nuevo año, tenemos nuevas esperanzas de que vengan cosas mejores. Oro para que este año sea el mejor hasta ahora. Entonces, ¿qué haría de este el mejor año de tu vida? Este sería un buen momento para definir lo mejor que podría pasar en tu vida. ¿Sería la salvación o la reconciliación de un ser querido? ¿Tu sanidad o la de ellos? ¿Una solución a los problemas financieros?
Por todas estas razones y más, Jesús vino a la tierra, lo cual declaró en Su primer sermón oficial de Isaías 61: 1-3:
El espíritu de Jehová, el Señor, está sobre mí,
porque me ha ungido Jehová.
Me ha enviado a predicar buenas noticias a los pobres,
a vendar a los quebrantados de corazón,
a publicar libertad a los cautivos
y a los prisioneros apertura de la cárcel;
a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová
y el día de la venganza del Dios nuestro;
a consolar a todos los que están de luto;
a ordenar que a los afligidos de Sión
se les dé esplendor en lugar de ceniza,
aceite de gozo en lugar de luto,
manto de alegría en lugar del espíritu angustiado.
Serán llamados “Árboles de justicia”,
“Plantío de Jehová”, para gloria suya.
Todo esto y más está incluido en el nuevo pacto que Él hizo con nosotros, por eso sabemos que Él quiere que lo tengamos. Entonces, ¿por qué no tenemos todas estas cosas en nuestras vidas, y por qué muchos de los que tienen este pacto con Dios Todopoderoso no disfrutan de todos los beneficios por los que Él pagó un precio tan terrible?
Porque vivimos por fe, y por todas las cosas en las que caminamos, recibimos por fe. Y por alguna razón, es más fácil tener fe para la salvación eterna que para la provisión necesaria en esta vida. Sólo piensa cuánto más maravillosas serían nuestras vidas si camináramos en todos los beneficios de nuestro pacto con Él. Decidamos que este es nuestro momento para hacer esto.
Todo pacto tiene al menos dos partes, y cada una tiene obligaciones que cumplir. El Señor ya ha cumplido Su parte al pagar el precio total en la cruz por nuestra redención y reconciliación con Dios para la sanidad, liberación y restauración total. ¿Cómo alcanzamos estos beneficios de nuestro pacto con Dios? Haciendo nuestra parte, que es tener fe en Él.
La moneda del reino es la fe. El Señor ya nos ha provisto todos los beneficios del nuevo pacto. Todo lo que debemos hacer es recibirlos teniendo fe en Él.
Puede parecer más fácil creer en Él para salvación que para que Él nos sane de una enfermedad u otra aflicción, sin embargo, ambas están incluidas en el mismo pacto que tenemos con Él. Sabemos que Él siempre es fiel y siempre cumple Su palabra, por lo que el problema no es Él sino nuestra capacidad de recibir. ¿Cómo resolvemos esto?
Primero, debemos reconocer que tenemos un problema y que el problema está en nosotros, ya que no hay deficiencias ni fracasos en el hecho de que Dios guarde Su pacto. Reconocer esto es humildad, a la que Dios puede dar gracia. En otras palabras, debemos reconocer nuestra incredulidad y pedirle ayuda para creer. Por eso nos envió al Consolador, el Espíritu Santo.
Si nosotros pensamos que tenemos fe, pero Dios todavía no está haciendo su parte, entonces probablemente no entendemos la fe. La fe no es una emoción ni un acuerdo intelectual con un concepto. La verdadera fe no es fe en nuestra fe sino fe en Dios. La verdadera fe ve al Señor, quién es Él y dónde se sienta por encima de todo dominio, poder y autoridad. ¿Lo vemos?
Cuando Pedro miró a Jesús, pudo caminar sobre las aguas turbulentas. Cuando apartó los ojos de Jesús y empezó a mirar el agua, empezó a hundirse. Hacemos lo mismo. No es que no veamos también los problemas. Los vemos, pero vemos a Aquel que es más grande que los problemas y quiere resolverlos. ¿Estamos fijando nuestra mirada en Él o en los problemas? Determinemos este año verlo más en todo y en todos los sentidos.
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