Jan 9
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Rick Joyner

         Como mencionamos la semana pasada, la verdadera fe es fe en Dios, no en un principio, un resultado o en nuestra fe, sino en Él. La fe es la moneda del reino. En el nuevo pacto, estamos llamados a caminar por fe y en verdad. Si no caminamos en todos los beneficios que Jesús fue a la cruz para proporcionarnos, entonces necesitamos más conocimiento acerca de la cruz y más fe en el poder de Su sacrificio.

         Actualmente no estoy disfrutando de todos los beneficios del nuevo pacto (y no conozco a nadie que lo esté), pero estoy decidido a hacerlo porque Él lo merece. La fe por la cual alcanzamos los beneficios de nuestro nuevo pacto es como un músculo espiritual. Al igual que nuestros músculos naturales, cuanto más ejercitamos nuestra fe, más crece. Si tenemos programas de ejercicio para nuestros músculos, ¿no deberíamos tener uno para nuestra fe?

         La reconciliación con Dios y el perdón de los pecados para la vida eterna es un beneficio inconmensurable; sin embargo, es sólo un beneficio del pacto por el cual Él pagó un alto precio. Por esta razón, debemos decidirnos a crecer en la fe hasta caminar en todos los beneficios de nuestro pacto con Él, para que el mundo vea el poder de Su cruz.

         La verdadera fe es simplemente verlo tal como Él es, no sólo como Él era. Ya no es Jesús de Nazaret y ya no está en la cruz. Él es el Rey de reyes, que se sienta en el trono sobre toda autoridad y poder, y para quien nada es imposible.

         Si nos levantáramos de la cama esta mañana y Jesús estuviera allí, manifestado físicamente, ¿cuántos de nosotros tendríamos un día diferente? La verdad es que Él estaba allí. Él nunca nos deja ni nos abandona. Si somos suyos, Él siempre está con nosotros. ¿Lo vemos? ¿Si no, porque no?

         Jesús no sólo quiere que creamos que Él existe, o que simplemente creamos todos los hechos acerca de Quién es Él. Él nos ha llamado a vivir en Él, no sólo pensar en Él de vez en cuando, sino caminar y permanecer en Él todo el tiempo. Esta es la nueva creación, la vida del nuevo pacto que Él fue a la cruz para proveer.

         ¿Estoy viviendo esta vida ahora? No, no del todo, pero estoy logrando avances mensurables. Desde 2014, puedo ver dónde he progresado cada año. Puedo verlo porque lo estaba buscando y eso me ayudó a mantener el rumbo. Tú también lo harás si lo conviertes en la prioridad de tu vida hasta que Él permanezca en tu corazón y en tu mente. El Señor dijo que si buscamos primero Su reino, todo lo demás que necesitemos nos será añadido (véase Mateo 6:33).

         Buscar Su reino primero, para que todo lo demás se nos añada, sucede porque buscar Su reino primero nos mantiene en el camino hacia caminar en todo lo que Él logró. Comencé a buscarlo primero a Él y Su reino cuando creí en Él hace más de cincuenta años. Sin embargo, permití que muchas distracciones eclipsaran esto. Aunque siempre he buscado Su reino, Su reino no siempre fue lo primero.

         Durante años, el ministerio fue una distracción para mí. No tenía por qué ser así. El ministerio es una forma de buscarlo a Él y Su reino si lo hacemos con Él en lugar de para Él. El ministerio realizado con nuestra propia sabiduría y fortaleza en lugar de con Su sabiduría y fortaleza no es buscar Su reino primero. El Señor puede bendecir y usar lo que hacemos de esta manera, pero bendecirá muchas cosas que no habitará.

         Hay una voluntad de Dios “buena, aceptable y perfecta” (ver Romanos 12:2). Lo que hice a mi manera puede haber sido bueno y aceptable, pero no fue la perfecta voluntad de Dios. Cuando el Señor me mostró esto, supuse que solo había hecho una pequeña fracción de Su perfecta voluntad y Él estuvo de acuerdo. Luego dijo que esa pequeña fracción de Su perfecta voluntad, que permanece en Él, era mucho más de lo que la mayoría de Su pueblo alguna vez hace.

         En esto, lo “bueno” es verdaderamente el peor enemigo de lo mejor. Nunca te conformes con lo que sólo es bueno o aceptable. Como se nos dice en 2 Corintios 1:20: “Porque todas las promesas de Dios, en Él son sí”. En Gálatas 3:16 se nos dice:“Ahora bien, las promesas fueron dichas a Abraham y a su descendencia. No dice: ‘Y a las simientes’, refiriéndose a muchas, sino a una: ‘Y a tu simiente’, es decir, Cristo”.

         Así que "en Él" caminamos en las promesas. Cuando caminamos en la voluntad “buena y aceptable” de Dios, podemos recibir bendiciones (incluso sanidades ocasionales, milagros y revelaciones proféticas), pero no estamos recibiendo la plenitud de la provisión del nuevo pacto de Dios. Por tanto, la mayor búsqueda es permanecer en Aquel que es esa perfecta voluntad de Dios.

© 2024 Rick Joyner. Reservados todos los derechos.