Jun 29
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Rick Joyner

       

         Recientemente, un ex Sargento Mayor de las Fuerzas Especiales vino a nuestro ministerio para enseñar Conciencia Situacional y Análisis de Amenazas. Estaba dirigido principalmente para nuestros líderes y personal clave de seguridad, pero vinieron muchos en nuestra iglesia que estaban interesados ​​en recibir esta capacitación, lo cual me alegró mucho. Es obvio que vivimos en tiempos cada vez más peligrosos, y este tipo de formación pronto será crucial para todos. Aún más importante que ser capaces de discernir y lidiar con las amenazas, mientras más conscientes y enfocados estemos en cualquier situación, también podemos ser más útiles para ministrar a las personas.

            Hay muchas Escrituras sobre los deberes de los atalayas. Su trabajo no era sólo estar atentos a las amenazas, sino también llevar el tiempo, que declararían cada hora. La tribu de Isacar se dedicó a esto para toda la nación de Israel. Actualmente en América tenemos el ejército y agencias enteras como la CIA y el FBI dedicadas a velar por el país. Tenemos la policía local y las fuerzas del orden haciendo esto a nivel local. Muchas comunidades han agregado vigilancias de vecindarios que procuran que todos velen los unos por los otros en la comunidad. Algunos incluso tienen sus propias patrullas.

            Una cosa que el cuerpo de Cristo está llamado a ser es el ejército de Dios. Aunque las armas de nuestra guerra no son carnales, hay aspectos del ejército que la iglesia está llamada a tener. A medida que se desarrolle la batalla final entre la luz y las tinieblas, veremos una conducta más militar sobre el cuerpo de Cristo. Esto requiere que todos conozcan su lugar y su función, y hacerlo en armonía con el resto del cuerpo. Comenzaremos a pensar de manera más estratégica, a tener objetivos claros y el tipo de fuerza de cohesión que los puede lograr. Los tiempos harán que avancemos en esta dirección pronto y con decisión.    

            Si esto nos alarma, es algo bueno. Necesitamos una alarma para despertarnos. Estamos entrando en la última batalla y estamos aquí para ser parte de ella. Para los profetas de la antigüedad que previeron este tiempo, estar realmente aquí para ser parte de él es uno de los mayores privilegios y honores que podríamos tener. Debemos estar despiertos y debemos estar preparados para nuestra parte en esto. Una de las formas más básicas en que podemos hacer esto es ser los atalayas que estamos llamados a ser. 

         En el ejército, todos están entrenados para ser vigilantes, y todos vigilan a veces. Había diferentes posiciones y formas en las que hacías tus vigilancias. Para algunos, podría ser como oficial del día en el cuartel general, o podría ser como un centinela en el campo. Algunos pueden vigilar en una pantalla de radar, y los pilotos pueden vigilar volando como patrullas, pero hay algunos de guardia todo el tiempo para exponer cualquier posible amenaza. 

         Con la excepción de unos pocos, estar de guardia no era tu trabajo principal, pero era uno de ellos, y cuando estabas de guardia era tu deber más importante. Una persona que no esté atenta mientras está de guardia podría poner en peligro a todos los demás. Por este motivo, dormir durante la guardia era un delito muy grave que traía como consecuencia un severo castigo. 

         No sólo debemos ser atalayas para nuestras familias, sino también para la iglesia, nuestras comunidades, y algunos son llamados como atalayas a nivel nacional o internacional. Todo el mundo debería ser un atalaya en algún nivel. Con la actual ruptura de la autoridad y el orden en nuestras ciudades, junto con el desarme y desmantelamiento de las fuerzas policiales, y la falta de defensa de nuestras fronteras, estar capacitados en la conciencia situacional y el análisis de amenazas se está volviendo crucial para todos. 

         En las Escrituras, a los profetas se les llamaba atalayas porque esa era una buena descripción de lo que hacían. Ser un centinela es básico para el ministerio profético en aquel entonces y ahora. En los capítulos tres y treinta y tres de Ezequiel vemos cuán serio es este aspecto del llamado profético. 

         En Efesios Cuatro tenemos a los profetas enumerados como uno de los cinco ministerios principales dados para equipar a los santos, lo que significa que debían equipar a todas las personas para hacer lo que ellos hacían. Por lo tanto, un aspecto principal del ministerio profético del Nuevo Testamento es entrenar a las personas para ser atalayas.  

            Durante las próximas semanas examinaremos los aspectos básicos de ser un atalaya en estos tiempos modernos. No hacemos esto por miedo a las cosas que se están desarrollando hoy, pero cuanto más preparados estemos, más confianza tendremos y más proactivos seremos abordando los temas cruciales de nuestro tiempo. Estar consciente, comprometido y proactivo es esencial para la victoria en cualquier conflicto, y estamos en un momento de conflicto. Ser desprevenidos y pasivos nos hará muy vulnerables. 

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