May 18
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Rick Joyner

       

         En los tiempos bíblicos, mostrar cualquier cosa que no fuese gozo en la presencia de un rey podía costarle la vida. Por eso Nehemías se asustó cuando el rey notó el dolor que tenía por la condición de Jerusalén mientras estaba sirviendo al rey. Con nuestro Rey, esto no es peligroso porque en Su presencia no puede suceder. En Su presencia, simplemente no puedes estar deprimido o angustiado por nada, como declara el Salmo 16:11: "En Su presencia hay plenitud de gozo".

         No es posible estar deprimido o desanimado mientras se experimenta la plenitud del gozo. Por lo tanto, si nos sentimos deprimidos o desanimados, es una revelación que nos hemos alejado de Él. El remedio es buscar Su rostro y permanecer en Su presencia. 

         El gozo es un barómetro de cuán cerca estamos del Señor. La depresión puede ser un barómetro de lo lejos que nos hemos apartado de Él. En estos tiempos, si miramos lo que está sucediendo en el mundo, es difícil no asustarse, deprimirse y desanimarse. Sin embargo, eso es una indicación de que estamos más enfocados en los problemas de este mundo que en el Señor y lo que Él está haciendo. Ahora es el momento en que debemos decidir que el desánimo y la depresión no tendrán cabida en nosotros porque nos vamos a acercar aún más al Señor. Debemos decidir dar gracias en todo como está escrito, porque entramos por sus puertas con acción de gracias. 

         Este es también un momento para decidir que no vamos a quejarnos de nada. Se nos dice que la generación de Israel que salió de Egipto no pudo entrar a la Tierra Prometida debido a sus quejas y querellas. Asimismo, muchos cristianos se pasan la vida vagando en círculos y no pueden recibir las promesas debido a sus quejas y murmuraciones. Estos son lo opuesto a la fe que recibimos de Dios. 

         El lenguaje de la fe es la acción de gracias porque creemos en Su promesa de que Él hará que todas las cosas obren para nuestro bien, y que todas las pruebas obran para transformarnos en la naturaleza de Cristo Jesús. Continuando con las exhortaciones de Pedro acerca de cómo crecemos en la gracia de Dios y la estabilidad de la fe en Él, leemos 1 Pedro 4:7-10:

         “Pero el fin de todas las cosas se acerca. Sean pues ustedes prudentes y de espíritu sobrio para la oración. Sobre todo, sean fervientes en su amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de pecados. Sean hospitalarios los unos para con los otros, sin murmuraciones.

         "Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndose los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”.

         Una de las formas más rápidas de superar una prueba es dejar que obre en nosotros la gracia y la naturaleza de Dios, que se supone que debe hacerlo. Una de las mejores formas de hacerlo es concentrarse en los demás y servirlos con un corazón alegre y agradecido. ¿No es ésa la base de la naturaleza de Cristo? Él vino para servir, no para ser servido. 

         Además de la “plenitud de gozo” que se encuentra en la presencia del Señor, puede que no haya mayor gozo que el que recibimos al ayudar a aquellos que están en necesidad. Esto no sólo quita nuestra atención de nosotros mismos y de nuestras pruebas, sino que es la naturaleza básica del Señor dar y la naturaleza del Espíritu Santo ayudar. Entonces, podemos tener una comunión especial con Ellos al servir y ayudar a los demás. 

         El Espíritu Santo es el Ayudador y todos los dones del Espíritu son para ayudar a los demás. El ministerio de “ayudas” es en realidad el fundamento de todo ministerio. Tendemos a pensar en esto como hacer las tareas domésticas, pero eso está lejos de todo lo que es este ministerio. Primero, para aquellos que hacen todo como para el Señor, no hay tareas insignificantes. Cuando una persona se está ahogando, ¿qué grita? "¡Ayuda!" Aquellos que responden y ayudan a los desesperados también están caminando en el ministerio de ayudas. 

         Tanto Esteban como Felipe fueron ordenados diáconos para servir a las mesas. Sin embargo, se convirtieron en dos de los ministerios más poderosos del Libro de los Hechos. Conocer la naturaleza del Espíritu Santo como el Ayudador es el camino para ser confiados con Su poder.

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