Jun 8
Week
Rick Joyner

         

         Continuamos con el camino bíblico paso a paso hacia la victoria, reconociendo que estos también son caminos paso a paso hacia la madurez en Cristo. Continuamos con las exhortaciones sobre esto en 2 Pedro 1:2-8:

         “Gracia y paz les sean multiplicadas a ustedes en el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor.

         Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia. Por ellas Él nos ha concedido Sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de los malos deseos. 

         Por esta razón también, obrando con toda diligencia, añadan a su fe, virtud, y a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio, al dominio propio, perseverancia, y a la perseverancia, piedad, a la piedad, fraternidad y a la fraternidad, amor.

         Pues estas virtudes, al estar en ustedes y al abundar, no los dejarán ociosos ni estériles en el verdadero conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1:2-8).

Punto 1: Todo lo que necesitamos en relación con la vida y la piedad nos ha sido dado por Su divino poder. El Señor no sólo nos ha dado instrucciones sobre cómo vivir, sino que también nos ha dado Su Espíritu y Su poder para hacerlo. No podemos decir que no tenemos lo que necesitamos para hacer Su voluntad.

Punto 2: Las promesas de Dios nos son dadas principalmente para que podamos ser partícipes de Su naturaleza divina. La mejora que brindan Sus promesas en nuestras vidas tratan más de cómo nos ayudan a convertirnos en quienes estamos llamados a ser que de las posesiones que nos permiten tener. 

Punto 3: Al poseer estas promesas mediante las cuales asumimos Su naturaleza, escapamos de la corrupción de este mundo que proviene de la lujuria. La lujuria es lo contrario al amor y es un destructor del amor por el que estamos llamados a vivir.

         Esto nos lleva a la secuencia que Pedro establece para el crecimiento en las ocho cualidades que conducen a la madurez en Cristo:

  1. Diligencia
  2. Excelencia moral
  3. Conocimiento
  4. Dominio propio
  5. Perseverancia
  6. Piedad
  7. Afecto fraternal
  8. Amor  

         Pedro declara que si éstas son cualidades que tenemos, y estamos aumentando en ellas, entonces seremos fructíferos al tener el “verdadero conocimiento” de nuestro Señor Jesucristo.

         Como el fruto del Espíritu, estas cualidades son el resultado de un enfoque intencional y de devoción, siendo la primera de ellas la primera por una razón: se necesita diligencia para crecer en todas ellas. Las resoluciones de año nuevo a menudo se abandonan y olvidan rápidamente por falta de diligencia, pero estas son mucho más importantes que las resoluciones: son requisitos para permanecer en el camino de la vida. 

         Aquí vemos que se necesita una base de diligencia para crecer en excelencia moral, y se necesita eso para crecer en conocimiento. Todos estos son necesarios para crecer en dominio propio, lo que conduce a la perseverancia. Todo esto conduce a la piedad, que luego conduce al afecto fraternal, que conduce a nuestro objetivo final: el amor. Pedro luego completa esta magnífica exhortación con los versículos 9-11:

         “Porque el que carece de estas virtudes es ciego o corto de vista, habiendo olvidado la purificación de sus pecados pasados. Así que, hermanos, sean cada vez más diligentes para hacer firme su llamado y elección de parte de Dios. Porque mientras hagan estas cosas nunca caerán.

         Pues de esta manera les será concedida ampliamente la entrada al reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”.

© 2021 Rick Joyner. Todos los derechos reservados.