Mar 9
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Rick Joyner

         

         Las Tres características básicas de un cristiano maduro son el amor, el gozo y la paz. Todos estos crecen con nuestra fe en Dios y la búsqueda de ser como Él. Estas son también tres de las "armas divinamente poderosas" que se nos han dado.

         El Señor nos ayuda a madurar al permitir personas y condiciones en nuestra vida que nos exigen crecer en ellas. Para el amor, Él nos enviará a aquellos que no son muy amables. Las pruebas y las dificultades pondrán a prueba nuestro gozo y paz, para ayudarnos a crecer en ellos, porque la verdadera paz y el gozo del Señor no se basan en las condiciones sino en Él.

         Todo lo que llegamos a ser en Cristo es el resultado de Su gracia. Somos Su hechura, Él es el alfarero que trabaja con nosotros, el barro. Tenemos muchas instrucciones sobre cómo trabajar mejor con Él en esto, pero como todo se basa en Su gracia, se nos dan buenas instrucciones de cómo permanecer en Su gracia en 1 Pedro 5:5-7:

         “Dios resiste al orgulloso, pero da su gracia a los humildes.

         Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte en el momento oportuno, 

         echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros”.

         Sería mejor que todos los demonios se opusieran a nosotros en lugar de que Dios se opusiera a nosotros. Por esta razón, debemos temer volvernos orgullosos más de lo que tememos a cualquier demonio. ¿Qué tesoro en la tierra podría ser más valioso que la gracia de Dios?

         Obviamente, debemos buscar la humildad a la que Él da Su gracia más que a cualquier otro tesoro. ¡En este texto, Pedro nos dice que hagamos esto al echar toda nuestra ansiedad sobre Él! ¿Por qué? ¡Porque la ansiedad es orgullo! Es el orgullo más terrible pensar que un problema es demasiado grande para Dios, por lo que tenemos que cargar con el peso de éste por medio de la preocupación. 

         Preocuparse o estar ansioso es lo opuesto a la fe. En Romanos 14:23 se nos dice que: "todo lo que no es de fe, es pecado". Dado que la ansiedad es obviamente un pecado de incredulidad, es algo de lo que debemos arrepentirnos. Si estamos cada vez más ansiosos por algo, entonces estamos demasiado concentrados en eso, y debemos arrepentirnos y volver nuestra atención a nuestro Dios y lo grande que Él es.

         A medida que las condiciones en el mundo se vuelven más inestables, la ansiedad está aumentando dramáticamente en casi todos. El Señor incluso advirtió que vendrían tiempos en los que el corazón de los hombres fallaría por causa del miedo. Como sacerdotes y mensajeros Suyos durante este tiempo, debemos estar creciendo en el espíritu opuesto: la paz, el gozo y el amor por los que Él dice que sus discípulos serán conocidos. 

         Una característica básica por la cual podemos reconocer a los cristianos maduros es que están enfocados en Dios en lugar de enfocarse en sí mismos o en el mundo. Cuando surgen problemas, su primera reacción no es pensar en sí mismos, sino en cómo el Señor quiere usarlos en esta situación. Quizás la máxima vida cristiana madura se define en Gálatas 2:20: "ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí". 

         La máxima madurez en Cristo es una vida que está muerta a nuestros propios deseos y anhelos, y que se centra completamente en lo que el Señor quiere hacer en nosotros y a través de nosotros. Jesús nos dijo cómo llegar a este lugar cuando dijo: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de Mí, la encontrará” (Mateo 16:25).

         Podemos pensar que cuando dejamos de enfocarnos en nosotros mismos, nuestras necesidades y nuestros deseos, estamos perdiendo nuestras vidas, y eso es cierto. Sin embargo, es la forma de obtener la vida más grandiosa y satisfactoria que podamos tener. El Señor prometió que si buscábamos Su reino primero, Él se haría cargo de todo lo que necesitáramos (véase Mateo 6:33). Dios puede proveernos mucho mejor de lo que nosotros podemos proveernos a nosotros mismos, así que este es el mejor intercambio que podríamos hacer. 

         El primer resultado de la caída fue que Adán y Eva se miraron a sí mismos. Estaban tan concentrados en Dios y en lo que Él les había provisto hasta ese momento que ni siquiera se dieron cuenta de que estaban desnudos. Para ser liberados de las consecuencias de la caída, debemos madurar al punto donde estemos nuevamente enfocados en Dios y tan agradecidos por lo que Él nos ha provisto en nuestra vida, que estemos completamente sintonizados con Él y cómo Él quiere usarnos. 

         El mundo tiene una creciente necesidad de tales cristianos en este tiempo. Todo lo que podamos perder al seguirlo es solo temporal, un mero vapor, pero lo que ganamos en lugar de lo que pudimos haber perdido durará para siempre. 

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